En el año 1845, durante la segunda gobernación de la Provincia de Buenos Aires del General Juan Manuel de Rosas, en la Banda Oriental se desarrollaba una guerra civil entre el Partido Nacional y el Partido Colorado, comandados por los caudillos Manuel Oribe y Fructuoso Rivera respectivamente. Oribe acude a Rosas para solicitar apoyo en este conflicto que lo había terminado por destituir del gobierno y este accede enviándole tropas y armamento para ensanchar los frentes de batalla. El resultado de esta coalición fue que el partido Nacional invada el Uruguay y acabe por sitiar la ciudad de Montevideo.
Al notificarse de este suceso, Francia y Gran Bretaña intiman a Rosas a que rectifique su apoyo y retire la escuadra que mantenía a la capital oriental bajo el mando de los nacionales. Al recibir una respuesta claramente negativa los galos y británicos deciden intervenir como mediadores del conflicto, proclamándose a favor del Gobierno de la Defensa, es decir de los Colorados. Rápidamente, las naves que sitiaban Montevideo se ven capturadas por la escuadra anglo-francesa despejando el cauce del Río de la Plata para mantener las garantías del libre comercio y tránsito de sus embarcaciones por el “río que parece mar”.
Durante el año 1811, el arequero Gral. Hipólito Vieytes recorrió la costa del Río Paraná buscando el sitio donde emplazar una defensa en caso de un posible ataque de los realistas. Fue en ese momento en que decidió que la Vuelta de Obligado -situada en las mediaciones de la ciudad Obligado, en el partido de San Pedro- fuera el punto exacto para defender la Confederación ante un ataque naval. La geografía de la zona es particularmente obtusa, el río dibuja una curva pronunciada y la cantidad de barrancos que posee exigía a las naves que pretendieran transitaran por allí a recostarse para atravesarla.
Es en ese punto estratégico donde la batalla recordada como el combate que consolidó la soberanía de las nuevas Repúblicas se desarrolló. Los veintidós buques de guerra, armados con cuatrocientos dieciocho cañones y ochocientos ochenta soldados británicos y franceses, no pudieron contra el único buque con treinta cañones y dos mil soldados de la Confederación Argentina.